Los jornaleros extremeños se hartan de recoger miseria

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Los problemas se suceden en el campo extremeño. Precarización, horas extras no pagadas, trabajar domingos y festivos… Por todo ello, los jornaleros de la región se han puesto en pie de guerra

El campo extremeño se levanta como ya hiciese hace más de 80 años. El viernes 7 de junio, más de 200 jornaleros de la finca La Adelantada decidieron plantarse al inicio de la jornada laboral para reclamar que la empresa El Escobar aplicase la subida del salario mínimo interprofesional a sus sueldos. En plena campaña frutícola y hartos de recoger miseria, los trabajadores de esta finca decidieron no recoger la cosecha hasta que se alcance un acuerdo. “El jornal neto que tiene que pagarse en el campo desde enero es de unos 43 euros y eso no lo está haciendo casi ninguna empresa”, denuncia Carlos, trabajador del campo de 25 años, quien asegura que en algunos lugares se había subido la cantidad, pero sin llegar al mínimo exigido por ley.

A finales de mayo, los sindicatos convocaron una huelga para reclamar esta subida del salario. Sin embargo, esta nunca llegó a materializarse después de que la patronal aceptase un árbitro que dictaminó cuál era la cantidad que debía abonarse a los trabajadores. “En nuestro caso, los paros se han producido porque a estas alturas de mes todavía no hemos cobrado y se nos dice que cuando cobremos no se va a aplicar la subida”, explicaba Carlos el pasado 7 de junio. Finalizaba la primera semana del mes y en su cuenta bancaria todavía no figuraba el salario del mes anterior.

El sábado, la jornada en la finca La Adelantada comenzaba con una huelga de sus 600 trabajadores y trabajadoras. Finalmente, una hora después la compañía anunciaba que antes del 13 de junio abonaría el sueldo del mes de mayo y los atrasos correspondientes a la subida del SMI desde el 1 de enero de 2019. Los jornaleros y las jornaleras de esta finca habían conseguido lo que les pertenecía por ley, aunque algunos creían que no era un día de celebración puesto que este problema jamás debería haberse producido.

Sin embargo, esta victoria era solo una batalla en medio de una guerra mucho mayor entre trabajadores y trabajadoras contra empresarios y patronal. Muchas compañías seguían sin garantizar la subida del SMI en sus explotaciones. Por eso, el lunes 10 de junio, miembros de la Asociación 25 de marzo –fecha que recuerda la ocupación de fincas en Extremadura por parte de jornaleros en 1936– decidieron encerrarse en la sede de la Apag Extremadura Asaja, la principal representante de la patronal agraria extremeña, “para reclamar que se le suba el salario a los jornaleros del campo”. Una patronal que aconsejaba no abonar la subida de salario si los sindicatos decidían animar a la huelga. “Desde un primer momento, Asaja ha intentado boicotear la negociación del nuevo convenio colectivo”, explica uno de los portavoces de la asociación, quien destaca que la ocupación se produjo de manera pacífica. Finalmente, los miembros de la asociación fueron desalojados por las fuerzas de seguridad. “Son los herederos de los patrones de Extremadura”, denuncian.

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Pero los conflictos en el campo extremeño no acaban aquí. “Otro gran problema es el de las horas extras. Se ha normalizado que hagamos horas extras y que no nos las paguen. Yo siempre he echado horas extras y nunca me las han pagado, ni me han respetado los domingos. Nada”, denuncia Carlos, señalando que según el convenio el trabajo del domingo debe pagarse al doble que un día normal. Una reivindicación que también hacen desde la Asociación 25M: “En muchas empresas, la obligatoriedad de fichar al entrar y salir del trabajo se hace en un papel donde el empresario le dice al trabajador que tiene que poner menos horas de las que ha hecho”, aseguran en declaraciones a lamarea.com.

No es la primera vez en las últimas semanas que se denuncia la precariedad del trabajo en el campo en Extremadura. A finales de mayo se viralizaba en redes sociales un vídeo en el que Raúl Nogales, jornalero extremeño, explicaba que le habían despedido de su trabajo recogiendo fruta por apoyar a dos compañeros, los cuales habían olvidado unas tijeras adquiridas por ellos mismos. Raúl no pudo contenerse y guardó su herramienta en la mochila. “No sale de la mochila, me tenéis que dar una vosotros, la empresa”, reclamó a su jefe. “La historia es que, en el campo extremeño, o solucionamos nosotros nuestros problemas -los que sudamos aquí- o nadie nos los va a solucionar. No va a venir un grupo inversor a sacarnos las castañas del fuego”, explica en el vídeo.

El jornalero Carlos también se queja de la concentración de tierras en pocas manos. “Los pequeños agricultores tienen un problema y es que no hay una política de precios justos, no saben cuánto le van a pagar por el producto que están recogiendo y normalmente se pagan precios que solo son rentables para explotaciones gigantes, no para las pequeñas”, explica. Y para ello propone una solución: la solidaridad de clase. “Lo que tenemos que hacer los jornaleros y los pequeños agricultores es unirnos para defender nuestros derecho. Lo que no pueden hacer es reducir sus problemas a costa de los trabajadores que somos el eslabón más débil de la cadena. Hay que mirar hacia arriba, pero que no intenten arañarnos unos euros que son vitales”.

La Asociación 25 de marzo sigue con la mirada puesta en el futuro más cercano. Después de la fruta llegará la vendimia. Y vuelta a empezar. Saben que esto es solo el principio. Por ello, el próximo 18 de junio se manifestarán frente a la Asamblea de Extremadura “para denunciar la pasividad y responsabilidad del gobierno extremeño en esta problemática”, asegurando que “si se mantiene la situación tenemos la convicción de que este año habrá huelga general en el campo extremeño”.

Un comité de campesinos que saludan, con el puños, a los milicianos que salen para unirse a las fuerzas de Madrid. 1936, Extremadura.

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