La COP es el encuentro del órgano más importante de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, es decir, un encuentro internacional que implica a la mayoría de países y que los junta con grandes empresas y representaciones de la sociedad civil a través de diversas ONGs y organizaciones de todo tipo. Pretende ser un espacio oficial donde, desde la valoración de la situación política y las aportaciones científicas, se tomen decisiones que afectan directamente a las políticas de los gobiernos y empresas. Cada año se celebra en un país distinto, este año pretendía ser en Chile pero el presidente del país decidió, a un mes de la celebración, su cancelación por motivo de la oleada de protestas que sufre el país. Una oleada que se ha cobrado más de 20 asesinados por las fuerzas de seguridad y miles de heridos que salen a las calles para luchar contra la profunda desigualdad de la sociedad chilena y la denuncia de la continuación de la dictadura en la actual constitución chilena. Esta movilización ha llevado a cabo la mayor huelga general de la historia reciente de Chile y a la apuesta por una asamblea constituyente del movimiento. Por si no fuera poco, los conflictos medioambientales y en defensa de la tierra en Chile también son fruto de luchas, donde, por ejemplo, la gestión del agua está privatizada lo que provoca escasez de agua potable, se violan los derechos de los pueblos originarios o donde 28 centrales termo eléctricas a carbón son responsables del 90% de emisiones de CO2 y se concentran en unas pocas regiones.

Ante tal situación, el presidente chileno Piñera no podía permitirse que las movilizaciones estropearan el escaparate internacional que suponen estos encuentros. Y ahí es cuando el gobierno español sale en ayuda de Piñera y le cubre las espaldas. La Cumbre del Clima COP25 se celebrará en Madrid las dos primeras semanas de diciembre. Eso no impide que el movimiento latinoamericano que iba a organizar una contracumbre siga adelante y la Cumbre de los Pueblos se celebrará igualmente.

2019 ha sido el año del movimiento climático impulsado por movilizaciones juveniles a escala mundial. No es solo que el cambio climático sea una realidad y el gran reto de la humanidad en su futuro inmediato, si no que hay un movimiento ecologista renovado y que empuja a la sociedad. Y la COP25 va a suponer otro paso más de este movimiento climático al organizar una cumbre alternativa a la oficial. Al final, la COP25 no es más que un escaparate financiado por las mismas empresas que contaminan y nos empujan al colapso. Un escaparate donde se toman decisiones insuficientes y que, además, luego no se aplican de forma efectiva. Cumbre tras cumbre, se hacen declaraciones insuficientes que reflejan aun más los desequilibrios globales existentes. La crisis climática es global y afecta a todos los territorios, pero de forma muy desigual. Mientras un selecto grupo de países desarrollados pueden ganar tiempo en base a la deslocalización de sus emisiones, reduciendo sus emisiones porque desplazan la producción a terceros países o invirtiendo en renovables gracias a su capacidad económica hay otros países que sufren con mayor severidad y disponen de menos herramientas y capacidades para hacer frente a los problemas climáticos. Las diferencias norte-sur vuelven a reflejarse en estas cumbres, donde los países que basan sus economías en sus tierras y recursos naturales ven cómo los acuerdos generales son insuficientes para si.

Contra el mantra del crecimiento

Existe un consenso científico en torno a que el cambio climático es de origen antropogénico, es decir, que la acción humana es la responsable de la crisis climática. Numerosos estudios, entre los más importantes el IPCC, avalan esta tesis. Las proyecciones a futuro indican la necesidad de limitar a 1,5ºC el aumento de temperaturas, por encima de ello las consecuencias son de dimensiones mucho mayores. Limitar el aumento de la temperatura global implica limitar las emisiones, esto implica limitar el consumo energético y esto significa controlar el crecimiento económico, ya que están directamente relacionados. Y este es el gran asunto en cuestión ¿Es posible crecimiento económico con decrecimiento de las emisiones? El ecologismo social lleva años señalando que hay que transitar hacia sociedades poscrecimiento, donde el objetivo sea el control de las emisiones y el desmantelamiento de las grandes industrias contaminantes y comerciales en beneficio de economías locales, de cercanía y comunitarias orientadas a satisfacer las necesidades colectivas y no a generar y fomentar un consumo desaforado. Grupos científicos como el GEEDS (Grupo de energía, economía y dinámica de sistemas) de la Universidad de Valladolid han trabajado de forma muy seria para dotar a todas estas ideas de una base científica interdisciplinar. Entre otras cosas, en sus estudios incluyen las limitaciones energéticas existentes o la irreversibilidad de determinadas acciones sobre la naturaleza. Sus conclusiones son muy claras: reducir la demanda energética de forma planificada, favorecer a las rentas del trabajo sobre el capital y una política industrial que favorezca a los sectores energéticamente menos intensivos y reducir el consumo. Solo así podremos avanzar hacia escenarios poscrecimiento que son los únicos capaces de hacer frente a la crisis climática desde una perspectiva de justicia social. Porque tampoco podemos olvidar que puede haber otras salidas para paliar la crisis climática y que también limiten el consumo energético, pero por la vía del autoritarismo y el reparto desigual de responsabilidades y consecuencias. En estos años y en estas luchas es donde nos jugamos tomar un camino u otro.

Más allá de la COP25: los pueblos por el clima

Bajo esta situación el movimiento ecologista y climático madrileño se enfrenta a la titánica tarea de organizar en un mes lo que se organiza en un año. La respuesta a la COP toma cuerpo en la Cumbre Social por el Clima (CSxC) que se realizará de forma simultánea y coordinada con las cumbres alternativas en Chile que continúan a pesar de la renuncia de Chile a la COP25. Con cientos de activistas provenientes de todo el mundo, Madrid y Santiago de Chile se convierten por unos días en los centros de reflexión y acción colectiva de los movimientos populares de todo el mundo. La CSxC apuesta por la justicia climática como eje vertebrador de la lucha social del momento y este evento será una gran oportunidad para que diversos movimientos establezcan un diálogo en común.

Tienes toda la información sobre la CSxC en https://cumbresocialclima.net/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *