El «Nuevo acuerdo verde». Cuatro posturas socioecopolíticas ante el cambio climático

Según los científicos del clima, la sociedad basada en el industrialismo capitalista dispone sólo de 12 años para evitar un calentamiento global que desemboque en un Cambio Climático (C.C.) irreversible. Después tendremos que tener en consideración que las condiciones para continuar la vida serán horrorosas y ésta empezará a hacerse imposible y apocalíptica. Todo esto, como se sabe, está producido por un feroz abuso del consumismo-productivismo y por una búsqueda obsesiva del crecimiento de la acumulación del PIB. Para conseguirlo a los capitalistas les es indispensable aumentar el consumismo de energía para realizar las necesarias combustiones de combustibles fósiles, constituidos esencialmente por el petróleo, el gas y el carbón. Y que tienen en común el elemento químico del carbono.

Pero estos combustibles del carbono tienen el inconveniente de producir gases de efecto invernadero (GEI), como el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), etc., que ocasionan el efecto invernadero, el aumento de la temperatura global y el C.C.

La solución utópica (pero no quimérica) para atajar la producción del C.C. son dos acciones:

a. “Descarbonización” que se lograría: a base de sustituir los combustibles fósiles por energías renovables, esencialmente la solar y la eólica.

b. Reducción drástica del consumo de energía y materia, puesto que las energías alternativas no pueden proporcionar más que entre un 15 y un 20% de la energía que hoy consumimos de forma desmesurada mundialmente.

A causa de esta preocupación, recientemente ha surgido la propuesta de un “Nuevo acuerdo verde” que puede considerarse como un “Green New Deal” (“Nuevo acuerdo verde”) que viene inspirándose en el “New Deal” de F.D. Roosevelt, quien lo creó y estableció para superar la gran depresión de 1929. Y lo hizo guiándose por las reformistas ideas keynesianas.

En realidad, la propuesta “Nuevo acuerdo verde” es un proyecto estatalista reformista que se propone salvar a la vez a la biosfera y al capitalismo (ósea que pretende la cuadratura del círculo). Quieren superar los terribles e inevitables males del crecimiento con más crecimiento. Eso sí con un poco más de cuidado.

Los defensores del “Nuevo acuerdo verde” son reformistas y los hay de tres tipos:

a. Socialistas demócratas de América (DSA.) impulsores del reformismo neoliberal del capitalismo. Su cerebro más destacado es Ocasio Cortez, quién plantea para EE UU una economía verde no carbonizada. Sus planes son: descarbonizar las industrias manufactureras y también el transporte, pero sin salirse del capitalismo.

b. Los estatalistas del Green New Deal de corte Keynesiano son defensores del “Nuevo acuerdo verde” y pretenden hacer las reformas desde el interior del Estado. Su cabeza más visible es Richard Smith. Esta solución funcionaría a base de nacionalizaciones y descarbonizaciones de las empresas del Estado. Pero no habla de la necesidad de cerrar numerosas empresas como son: las armamentísticas, muchas de automóviles y las de los fertilizantes y pesticidas agro-tóxicos. Tampoco pide que se quite la riqueza de los sectores principales de la clase capitalista. Planificaría grandes programas de empleo desde una dirección centralista del Estado. Proponen juntas de planificación a nivel local, regional, nacional e internacional; sin embargo, tiene un enfoque organizativo de arriba abajo. Pero es que el capitalismo de Estado, como sucedió en la URSS, pondría la productividad industrial por encima del respeto a la naturaleza. La esencia fetichista de todo capitalismo es el del crecimiento económico considerado muy por encima de las personas y de la naturaleza. Esto es lo que esta imponiendo la Unión Europea que obliga a todas sus naciones crecer en PIB, por encima del 3%. En caso de no lograrlo las condena a draconianos rescates, como pasó con Grecia.

Tanto Cortez como Smith suponen que al nacionalizar las empresas todos los capitalistas esto lo aceptaran con los brazos cruzados. Pero como bien dice Wayne Price: “Se supone que deben aceptar la pérdida de sus industrias, sus mansiones, su estatus social, sus aviones privados, sus medios de comunicación, su influencia política y el resto de su dominio sobre la sociedad, ¡por el bien del medio ambiente! Con toda probabilidad, para evitar esto, estimularían el racismo, la histeria sexual y el nacionalismo, subsidiarían a las pandillas fascistas, incitarían a un golpe militar, distorsionarían o intentarían cerrar las elecciones y prohibir las oposiciones. Todo lo cual se ha hecho repetidamente en el pasado […] No existe un «camino parlamentario al socialismo» pacífico-gradual-electoral, incluido el ecosocialismo. Los radicales deberían haber aprendido la lección más reciente de la fiesta de Syriza en Grecia [1] ”.

c. El Partido Verde, que también es defensor del “Nuevo acuerdo verde”, rechaza al Partido de los Socialistas Demócratas y además afirma defender una sociedad descarbonizada. Pero sin embargo, acepta una estrategia electoralista pacífica y reformista. Aspira a tomar el poder, al tomar el Estado electoralmente, y posteriormente, usando el Estado nacional reformar el capitalismo a partir del Nuevo acuerdo verde.

Los anarquistas, los marxistas radicales y los socialistas libertarios se plantean lograr la descarbonización, la economía sostenible y respetuosa y el buen vivir de todas las personas en sus relaciones entre sí y con el medio ambiente. Abogan remplazar el Estado por federaciones de trabajadores, asociaciones vecinales, ecologistas, grupos de consumo agro-ecológicos, etc. Defienden la socialización de la economía, el remplazo del capitalismo por industrias auto gestionadas democráticamente, cooperativas de consumidores y municipios colectivilizados. También aspiran a la finalización de la división del trabajo mental y el manual.

 

Nota:

[1] Un «Nuevo acuerdo verde» contra el ecosocialismo revolucionario: ¿reformista o revolucionario, estatista o libertario? https://www.anarkismo.net/article/31250?fbclid=IwAR292cGs8pQMJC-bEhHJnkM7vLsTZ-5uCl4qIFXp7Qf1LtFSqIwcWDZQt2A

Extraido de: Rebelión

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