El Abismo que separa al pueblo del estado

El Abismo que separa el pueblo del estado

El pueblo como sujeto político, con capacidad colectiva de transformación, motor de la maquinaria y de las instituciones que conforman el estado y fuente de energía de su perpetuación, se condena aislado de los mecanismos que le oprimen y les lleva a la explotación sistemática, del hombre por el hombre y la destrucción del medio que les rodea.

El estado como control de la población, a costa de gestión forzosa de todos sus recursos y  como recaudadores de excedentes de los mismos. El control del territorio y su acción social, limites de capacidades innatas de las personas, son cercados hasta la claustrofobica condición de la sumisión.  Induciendo a sus gentes a venderse para poder cubrir sus necesidades vitales, asumiendo voluntariamente la explotación sistemática del mercado laboral, responsable de jugar con nuestros intereses personales y sociales a favor de una economía capitalista, basada en el flujo económico de la oferta y la demanda. La globalización de las relaciones económica mundiales no solo agravan el problema si no son la fuente principal de este, que en complicidad de la banca, institución independiente de los estados, juegan los papeles de manipulación, condicionamiento de limites y adoctrinamiento de las personas. Este flujo se canaliza de manera masiva hasta la perpetuación de la costumbre origen de la desmoralización de la búsqueda de la libertad individual y colectiva.

Los Estados hacia sus territorios, usan la doble cara de la manipulación y el engaño, para conseguir la simpatía de sus reprimidos y explotados y así voluntariamente convertirse en defensores del mismo. Desde todo el aparato funcionarial que separa a las élites que controlan las economías y la masa popular. La intitucionalización de toda sus relaciones libres o forzosas bajo el condicionamiento de la violencia represiva que puedan ejercer los cuerpos de seguridad y defensa de las instituciones estatales, bajo el amparo del derecho jurídico constitutivo.

El estado como organización piramidal y jerárquica, escalonado por roles y figuras de diplomacia, segregado en instituciones funcionariales que velan a la servidumbre de la institución pertinente, solo reproducen de manera gradual la subordinación al sometimiento de ordenes de grado superior y la pertinente imposición basada en el control de los escalones inferiores. Estructuras creadas para evadir las responsabilidades personales de las acciones realizadas por los ejecutores de dichas ordenes basada en la subordinación, que justifica el hecho de la actuación en motivos ajenos al mismo y desactiva la capacidad ética o de raciocinio, como persona libre y con voluntad propia. Siendo así como la clase funcionaria justifica y condena a la esclavitud de la explotación de las no funcionarias, asalariadas o no a salariadas, confirmando su condición de siervos de la perpetuación de las desigualdades imperantes como orden sistemático.

Los trabajadores, la base dependiente del estado que perpetua la clase funcionarial, que sufraga los costes de toda la estructura institucional que es utilizada de intermediarios para proteger la inmunidad de las élites económicas que saquean los países y sus territorios, son los frutos del espolio que practican sus instituciones como medio de financiación, basada en la dominación de la economía global del territorio.

La nación como sujeto político en el que reside la soberanía constituyente de un Estado y la nación como concepto socio-político disemina la idea de pertenencia a una comunidad a la que le interesa y que necesita el sometimiento de sus integrantes. Este ultimo concepto de nación es un condicionante en cada situación, junto con la identidad o el carácter religioso por consecuencia de una educación basada en la moral de dicha entidad afinca de manera inconsciente la voluntad de pertenencia al estado o a la comunidad. El adoctrinamiento político y social, es la practica ordinaria de lobotomización colectiva desde donde automatizan la voluntad humana y se condicionan de acuerdo a los principios y valores, así como a la imposición cultural por tradición del estado-nación.

La defensa del estado o de la comunidad, como formula legitima de sociedad, basada en la dominación de unos sobre otros con el fin de conservar y proteger el «Status quo» solo tiene justificación desde el punto de vista social por la seguridad de privilegios que garantiza la continuidad y estabilidad del estado del bienestar mientras siga perpetuándose su existencia, a los obreros-operarios en funciones del aparato estatal, que son quienes ejercen la figura de verdugos y mercenarios que dan limites a la auto-organización libre de una sociedad.  Esta perdida de la voluntad individual y la identidad personal y colectiva que caracteriza su funcionamiento,  es absorbida por el automatismo de un entramado burocrático, basado en la imposición de las leyes imperantes a cambio de cubrir sus necesidades personales por encima de las posibilidades cotidianas, amparados en códigos de derechos civiles y militares impuestos en base a la opresión. La venta reiterada con premeditación y alevosía, de la capacidad humana puesto al servicio de los órganos estatales por el aparato funcionarial a cambio de una retribución salarial indefinida como medio de intercambio por la sumision y la obediencia, son el condicionante que mantiene atada a la explotación a una sociedad menos privilegiada y por consecuencia dependientemente esclavas de toda tiranía perpetua inherente al estado.

Todos los funcionarios velan por el mantenimiento y la perpetuación del sistema opresión estatal pero sobre todo los cuerpos y fuerzas velan por la seguridad de las élite y la defensa de las estructuras, así como también de las instituciones y entidades que les respaldan,  que a favor de la represión de los pueblos como fuente de origen de sus salarios y del poder de las élites, condena a la clase trabajadora a seguir alimentando la maquina.

Desde la dominación sobre el trabajo que ejecutan las estructuras estatales, la clase asalariada, vende su fuerza de trabajo motivados por un salario de subsistencia, que generan los recursos que gestionan y hacen engordar el poder de las élites, que son los mismos con los que perpetúan su existencia y el avance del mismo. También son figuras sumisas ante la explotación laboral y la prostitución social, y asumen el hecho de la existencia del estado, conscientes del control y poder del mismo, actúan bajo su doctrina  aunque por injusta, no cubra las necesidades básicas de las personas esclavas que delegan convencidas al sistema su capacidad de transformación y producción a cambio de intentar alcanzar esferas de bienestar inalcanzable sin seguir perpetuando este régimen de explotación y esclavitud como instituciones jurídicas de la pirámide de poder.

La clase privilegiada como acumuladores de recursos y poder, son quienes condiciona política y económicamente al resto de la sociedad no privilegiada, quienes ejercen posiciones subordinantes de poder basadas en el control de la capacidad de trabajo y el flujo del capital que sostiene el funcionamiento de la estructura. Son la banca y los mercados quienes agravan las situaciones de injusticias y desigualdad debido a la dependencia institucional del estado con los mismos.

La clase popular, adoctrinada por la violenta convivencialidad con el trabajo y la coerción de este, reproducen a una escala menor la pirámide de poder dentro de la sociedad, desde la complicidad y el deseo de ascender en su condición de esclavo, ejecutan figuras represoras desde las personas hacia sus semejante, reproduciendo los roles estructurales del estado en una estructura patriarcal socialmente impuesta desde de la autoridad.

Democracia y elecciones ocultan la figura represiva canalizada a través de un circo político de representación de las élites frente a las clases oprimidas, que regula la presión del estado sobre la sociedad con el fin de apaciguar el clima de desigualdad y los brotes de revuelta sociales como mediadores de la explotación y el conflicto, desde la esperanza irreal de modificación de la estructura del estado para mejorar el bienestar y reafirmar la condición sumisa de esclavo conforme con su dominación y obediencia hacia la figura del gobernante y su gobierno.

La doctrina como condicionamiento de la sociedad, adecua la aceptación de la sumision frente al estado, es el medio manipulativo que ejerce la propaganda del régimen a través todas sus estructuras. Los medios de comunicación como arma publicitaria de educación y formación adoctrinada. Todas las instituciones desde su función coercitiva especifica normalizan la relaciones de desigualdad sistémica y la violencia institucionalizada, que te condicionan a padecer esta situación como si su existencia fuera innata y eterna.

Ver al estado desde la perspectiva divina o religiosa obstaculiza y extrae de ver la evidencia de su naturaleza opresora. La sociedad construida sobre la concepción individual del estado, desde el imaginario colectivo de justicia, igualdad y libertad, no dejan de ser el reflejo de las ansias de transformación concibe cada individuo, y acorde con sus criterios actúa en consecuencia. Escalar la pirámide de privilegios aísla de la posibilidad de rebeldía hacia las estructuras de dominación y pasando a formar parte de ella .

El Abismo que separa el pueblo del estado, no es tanto como el que los une, detener esta relación basada en el poder delegado depende de tus fuerzas, solo dejar de sostenerlo sería suficiente para derribarlo y acabar con la opresión.

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