El anarcofeminismo contra el fascismo

Hace unos días VOX hacía un acto en Vistalegre al que asistieron muchísimas personas, Bolsonaro y los partidos de extrema derecha en Europa no sólo suben sinó que, además, ganan. Trump, ganó. Partidos de derecha como Ciudadanos o PxC reciben una cantidad de votos mucho mayor de lo deseable (manipulando, también, cierta parte del discurso feminista) . No sólo tenemos el problema de que estos partidos existen, tenemos el gran problema que lo que dicen, cuaja. Hace años que nos alarmamos por la subida de todos estos partidos y personajes, pero a la vez nos quedamos como boquiabiertas ante el apoyo que reciben. Incluso a veces nos bloqueamos pensando qué no hemos hecho, y pensando y debatiendo seguimos sin hacer. Sabemos que cuando las cosas se ponen feas dentro del sistema económico en el que vivimos, el fascismo y la ultraderecha suben como la espuma con la habitual ayuda de la derecha y ante la tibieza de los demás partidos y entes parlamentaristas.

En cierta manera se podría decir que toda la perorata para que las personas confiemos de manera ciega y dependiente en las instituciones se quiebra y reconstruye con una forma mucho más autoritaria ante las crisis. El proteccionismo paternalista y tóxico se torna veneno racista del peor. La explotación para y por el país hace del ya cuestionable concepto de pátria un silencioso desfile de silencio sacrificado por el bien de vaya usted a saber.

Todo lo que dentro del patriarcado capitalista se considera una normalidad buena e incuestionable (Estados, pátria, ejército, frontera, productividad, silencio, homogeneidad…), se acaba desplegando en su peor forma y cara. Claro que esto conduce a la inevitable necesidad de cuestionar de raíz todas estas herramientas del sistema, no sólo cuando están bajo la dinámica más autoritaria. Sabiendo que en los conceptos como pátria, patrimonio, estado, nación, país etc, por muy ilustrados que sean, no son más que caras del patriarcado, me siento especialmente cómoda con el anarcofeminismo, ya que éste cuestiona de manera inequívoca al patriarcado, al capitalismo, al autoritarismo y a las dependencias tóxicas y representatividades propias de un sistema no basado en las personas, en la base, en el barrio, en el pueblo. La autoorganización, la autogestión, la autodefensa tanto en el trabajo, como en las calles, en casa y como forma de vida me parecen particularmente menos artificiales y menos paternalistas.

Por eso me defino no sólo como feminista, también pongo anarco. Porque no me vale cualquier postura, no quiero que me confundan con cualquier fascista, identitaria, derechosa o burguesa que se autodenomine feminista. Me niego a que no aparezca de manera evidente la cuestión de clase y la de la verticalidad. Ya sabemos que de base el feminismo si no es anticapitalista o antiracista no tiene sentido, pero yo ya opto por poner el prefijo, así me quedo tranquila.

Bien, la cuestión es que recordando el testigo que nos dejaron nuestras abuelas anarquistas, creo que ante el auge del fascismo y la derecha tenemos mucho que decir y aún más que hacer. Podemos seguir dejando el asunto en manos del mismo sistema que da lugar al fascismo, y eso sería lo peor. O podríamos intentar hacer un movimiento de mujeres trabajadoras antiracista, antifascista, autogestionado etc. Ya, eso parece que está lejos, o quizás tan lejos como lo queramos ver.

También podríamos desempolvar y reescribir esos discursos de las mujeres libertarias para difundir la idea, contra el fascismo, el patriarcado, la explotación y toda autoridad.

O también podríamos empezar a derribar uno a uno todos los argumentos misóginos, machistas, homófobos y transfobos de esos partidos y movimientos políticos (que por otro lado son una de sus bases más fuertes, y sería más que interesante desmontar y enfrentar) . Enfrentándolos cara a cara y sin tibieza ni piedad, ya que ellos no la tienen. Si ellos ganan, si ellos calan, entonces estaremos cada vez menos seguras. Pensemos en ello, el anarcofeminismo tiene más por ofrecer de lo que nos parece, valoremos. Que conste que sólo son ideas, aunque me gustaría que fueran propuestas super serias, pero no soy quien. Aun así, sigo pensando que quien mejor para combatir el fascismo que ya tenemos encima que las mujeres, las doblemente, triplemente olvidadas y explotadas? Tenemos tanto que ganar, ofrecer y valorar: a nosotras mismas!

Salud y anarcofeminismo

 

Extraido del blog de la autora tanitalga’s

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